México atraviesa un año inédito en sequías en todo su territorio, por lo que la gestión sostenible del agua y su aprovechamiento enfrenta numerosos retos, principalmente para las regiones del norte del país y el altiplano central, donde se ubica el grueso de la población mexicana.

México se encuentra entre los 25 países con mayor estrés hídrico en el planeta y en los próximos 7 años, debido al calentamiento global, la disponibilidad y calidad del agua se agravará, coincidieron expertos.

El verdadero líquido de oro: el agua dulce y sus ecosistemas, es el recurso natural más importante cuyo valor económico anual en todo el mundo es de 58 billones de dólares, lo que equivale al 60 por ciento del PIB mundial, según la organización no gubernamental WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés). 

En el conversatorio: “Tópicos regionales del agua. Un enfoque territorial”, organizado por el Colegio de México (Colmex), investigadores externaron sus puntos de vista sobre la situación, la gestión y el costo social y económico del agua.

El investigador e historiador,Luis Aboites Aguilar, dijo que el agua se explica en dos vertientes: como motor de progreso o como amenaza natural. 

Como amenaza, aseguró, 9 de cada 10 desastres naturales provienen de inundaciones, huracanes y tormentas, que en los últimos años se han agudizado por el calentamiento global, ocasionando miles de pérdidas humanas y económicas. 

Explicó, que más allá de la satisfacción de necesidades sociales, personales y humanas, el agua tiene un componente de riqueza que en el caso de grandes industrias la utilizan de manera intensiva en sus procesos de producción como la textil, minera, cervecera, químicas, agropecuaria, ganaderas, hotelera, entre otras. 

El también antropólogo de la Universidad Autónoma del Estado de México afirmó, que las regiones del país mantienen una relación asimétrica en cuanto a precipitaciones pluviales, lo que ocasiona que tengamos una zona norte escasa en agua y abundante en el sur.  

“México se divide en tres grandes zonas: el trópico sureño con una precipitación media de 800 milímetros; el altiplano central con un régimen que se ubica entre 400 y 500 milímetros y el Norte con una precipitación inferior a los 400 milímetros de agua”, comentó.

La Edad de Oro en el norte de México

Aboites Aguilar, un referente académico en estudios sobre el agua, dijo que entre 1870 y 1970, el norte del país experimentó un acelerado crecimiento económico y poblacional, que pasó de 1.5 millones de habitantes a 34 millones, lo que generó una gran presión por la demanda de servicios de agua. 

La urbanización norteña fue la más veloz en el siglo XX y ciudades de origen colonial como Monterrey, Durango, Culiacán, Hermosillo, Chihuahua y Ciudad Juárez se consolidaron como centros urbanos. 

Surgieron ciudades nuevas: Torreón, Cananea, Ciudad Obregón, Tijuana, Mexicali, Nogales, Delicias, Anáhuac, Mante y Piedras Negras, que nacieron con la llegada del ferrocarril.

El agua se convirtió en el recurso más demandante en esas regiones para poder desarrollar la industria, la ganadería y la agricultura, y convertirse en la zona más prospera del país, principalmente Nuevo León. 

Tratado de agua con Estados Unidos

La estrecha relación de los estados fronterizos con Estados Unidos, explicó el investigador, obligó en 1945 a un tratado de aguas con base a  un ingenioso intercambio entre los escurrimientos de las cuencas entre los ríos colorado y bravo.

Este acuerdo ha permitido llegar a consensos y compartir el agua que se encuentra a lo largo de 3 mil 145 kilómetros de frontera entre ambas cuencas, dónde el 99 por ciento del preciado líquido nace en Estados Unidos y el 1 por ciento en México.  

“Tenemos una relación binacional muy importante y es un acuerdo flexible y de gobernanza institucional de referencia mundial en la gestión y cooperación del agua en la zona fronteriza”, aseguró. 

En cambio, en la frontera sur, agregó, la relación de cooperación con Guatemala es totalmente distinta.  El marco normativo no funciona como en el norte, hay una desconfianza total de las autoridades guatemaltecas a las mexicanas, no hay datos, balances y no hay un enfoque territorial aún cuando  tenemos más afinidad social y cultural.

Huachicoleo del agua

Por su parte, el investigador, Boris Graizbord, coordinador del Programa de Estudios Avanzados en Medio Ambiente del Colegio de México, indicó que el huachicoleo del agua en ciudades norteñas como Monterrey y Chihuahua es frecuente.

Es un problema, añadió, que rebasa a las autoridades e involucra las actividades rurales, a la agricultura y la ganadería. Además, la ilegalidad y la falta de pago está relacionada no tanto por el aumento poblacional sino por los cambios económicos.

Entre ellos, el crecimiento de la mancha urbana y el negocio algodonero e inmobiliario y también grupos de presión como propietarios, empresas y personas físicas que se resisten ante cualquier esfuerzo encaminado a reforzar el papel del poder público en la gestión del agua. 

El agua un asunto de política

Para la investigadora y especialista en temas demográficos, Judith Domínguez Serrano, el tema del agua ha sido olivado en las agendas nacionales e internacionales, porque lo que más preocupa, puntualiza, es el mundo de la energía. 

El agua, sostiene, es política porque atiende el tema del financiamiento para resolver el gran problema de infraestructura que hace falta en el país, por lo que necesitamos buena gobernanza e instituciones fuertes.

Y también el agua es un arma que se utiliza para la guerra, tal y como se está viviendo en el medio oriente cuando vemos que Israel le quita agua y alimentos a Palestina, vulnerando todas las reglas humanitarias y del derecho internacional. 

El valor económico del agua en el mundo

La organización WWWF, líder en el mundo en la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, estima en 7.5 billones de dólares el costo directo del agua en todo el planeta ; 5.1 billones de dólares en la industria; 1.5 billones en los hogares y 380 mil millones de dólares en la agricultura.

En un informe, la organización con representación en más de 100 países calcula en 12 billones dólares la mitigación de fenómenos extremos, como sequías e inundaciones  y en 11 billones el mantenimiento de la biodiversidad en tierra y en entornos marinos y de agua dulce.