El pago de la deuda de los países latinoamericanos está ocupando recursos fiscales que implican menos inversión social en educación y salud así como en infraestructura, advirtió Rebeca Grynspan, Secretaria General de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Esta situación, consideró, ha provocado una crisis de la deuda, ya que los países de la región están enfrentando decisiones imposibles de cumplir que, además, pone en riesgo su capacidad de invertir en los temas de desarrollo hacia el futuro.
Como parte de las conferencias magistrales por el 75 aniversario de la creación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aseguró que la pesada carga de la deuda está vulnerando el tejido social de los países de la región.
La también ex vicepresidenta de Costa Rica y primera mujer en ocupar la UNCTAD, aseguró que 3 mil 300 millones de personas, es decir, casi la mitad de la población mundial, viven en países que destinan más recursos al servicio de la deuda que a financiar la salud o la educación.
Transición incierta
Agregó, que los países en desarrollo atraviesan una transición incierta marcada por crisis económicas en cascada, el COVID-19, los desastres climáticos, la guerra y la geopolítica.
“El problemas de las transiciones es que es fácil perderse en ellas”, dijo al recordar la reflexión del politólogo Antoni Gramsci en el sentido de que cuando el sistema está muriendo no termina de morir y lo que está naciendo no termina de nacer y en ese claroscuro surgen los monstruos.
En la sede principal de la Cepal, en Santiago de Chile, lugar donde se transmitió la conferencia magistral, la funcionaria de Naciones Unidas afirmó que las agendas comunes que los países elaboraron en 2015 están rezagadas.
“A este ritmo solo el 15 por ciento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se cumplirán para el 2030. Hemos visto regresiones en los indicadores de pobreza, de hambre y equidad de género”, puntualizó.
Rebeca Grynspan sostuvo que los ODS son mucho más que un conjunto de objetivos, “son la última agenda común en un mundo más polarizado que necesita desesperadamente de solidaridad, fraternidad y multilateralismo”.
Explicó, que la inversión extrajera directa, motor de crecimiento y desarrollo, lleva estancada desde la crisis de 2008 en la gran mayoría de los países en desarrollo y aseguró que la brecha para financiar los ODS en el sur global, que en 2015 era de 2.5 billones, hoy alcanza los 4 billones de dólares.