En los próximos años, el cambio demográfico en América Latina se reflejará en un envejecimiento de su población que colocará en jaque a los sistemas de pensiones y en particular aquellos países que implementaron proceso de privatización de la seguridad social durante los noventas, consideran especialistas.

Manuel Badilla Espinoza, Consultor de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estima que esos sistemas de retiro no han logrado cumplir con uno de sus principales objetivos: otorgar montos adecuados de pensiones.

En un estudio difundido por la Cepal, advierte que si el debate de reforma de los sistemas de pensiones se limita a profundizar en las cuentas de capitalización individual, conocidas como las Administradoras de Fondo para el Retiro (AFORE), los resultados serán poco alentadores en el futuro. 

“Nuevamente los países estarán expuestos a que se repita la historia, poniendo en riesgo el cumplimiento de los objetivos en torno a la seguridad económica en la vejez”, indica el investigador en un informe titulado “Fortalecimiento del sistema de pensiones con seguridad social en América Latina”.

Asegura que un argumento recurrente en favor de la privatización de los sistemas de pensiones lo atribuyen a que el problema  no está en los esquemas de capitalización individual, sino en la dinámica de los mercados laborales, como alta informalidad y bajos ingresos.

Por lo tanto, recomienda, la capitalización individual debe mantenerse como un aporte complementario y regulado en un marco de seguridad social, y no bajo un enfoque que priorice el desarrollo de mercados  con trabajadores afiliados expuestos a decisiones financieras especulativas.

Badilla Espinoza señala en el estudio que ante la baja suficiencia estructural de los sistemas privados de pensiones, distintos países en América Latina han incorporado prestaciones no contributivas de alivio a la pobreza, financiadas a través de recursos públicos.

La pensión no contributiva en México

Es el caso de México, donde la pensión universal para los adultos mayores tiene un doble propósito: ayudar a la nueva generación que en los próximos años se jubilará bajo el esquema de las Afores y también a las personas de la tercera edad en condición de pobreza.

Sin embargo, para Gustavo Leal Fernández,  especialista en pensiones por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), esa ayuda es una forma de subsidiar el sistema Afore a través de una pensión no contributiva proveniente del Estado. 

Las Afores nunca pagarán una pensión digna: Gustavo Leal

“Tiene un doble efecto, por un lado el trabajador jubilado tiene la ayuda, pero también por el otro es un subsidio directo con recursos fiscales a un modelo Afore que no va a pagar nunca pensiones dignas”, puntualiza.

En América Latina y el Caribe, solo el 40 por ciento de los adultos mayores de 65 años recibe una pensión contributiva, debido a la alta informalidad y a que los sistemas de pensiones fueron concebidos para apoyarse en un mercado laboral asalariado formal.

Bajo ese contexto, indica el investigador, es posible que las pensiones no contributivas en la región sean necesarias en el corto plazo para aumentar la cobertura y garantizar una fuente de ingreso que evite la pobreza en la vejez.

La generación Afore

Explicó, que en  los próximos años, millones de trabajadores se jubilarán  con el sistema Afore, un esquema que no favorece a los de menores ingresos, cuya pensión será por arriba de los 5 mil pesos.   

En entrevista para Qué Banco, el catedrático perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores, recordó que en la última reforma a las pensiones en México, efectuada en diciembre de 2020, se estableció un tope a las comisiones de las Afores de 0.92 por ciento a 0.54.

También las contribuciones del Estado pasaron de 6.5 por ciento a 15 por ciento; el aporte empresarial del 5.5 por ciento al 13.8 por ciento mientras que el del trabajador de 1.45 por ciento al 1.12 por ciento.

Las semanas de cotización para tener derecho a una pensión mínima garantizada, la cual se fijó en 8 mil 241 pesos, pasaron de las mil 250 semanas a mil.

Según Leal Fernández, esta reforma carece de una proyección a futuro  porque, dijo, no fortalece la parte que se conoce como beneficio definido, donde el trabajador recibe un promedio de sus últimos salarios como base de cotización, conocido como tasa de reemplazo.

Previo a la reforma de 1997 cuando se establece en México el sistema  de las Afore, la tasa de reemplazo era superior al 80 por ciento bajo el sistema de pensiones administradas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En América Latina y el Caribe  la tasa de reemplazo promedio de los sistemas de beneficio definido alcanza el 65 por ciento al momento de jubilarse.

Y en los sistemas de capitalización individual,  Afores,  tienen coberturas poco profundas, lo que se refleja en bajas pensiones, con una tasa de reemplazo promedio del 40 por ciento.

La gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe como Argentina, Bahamas, Costa Rica, Colombia, Panamá . Uruguay, Ecuador y Paraguay, mantienen entre 50 por ciento y 80 por ciento de tasas de reemplazo.

En el caso de los sistemas de capitalización individual y contribución definida, las tasas de reemplazo podrían caer en promedio del 40 por ciento al 34 por ciento, considerando la mayor longevidad en la región en los próximos 20 años, pronostica la CEPAL.

La región dejara de ser “joven”

De acuerdo con proyecciones de población publicadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina y el Caribe dejará de ser “joven” en los próximos 25 años. El proceso de envejecimiento de la región será acelerado en las siguientes décadas. 

En 2022, la región se consideraba “adulta joven” porque el grupo entre 20 y 39 años de edad tenía un peso relativamente mayor respecto al resto de los grupos etarios o perteneciente a la edad de las personas, en la pirámide poblacional. 

En 2045, el grupo entre 40 y 59 años pesará más relativamente que el resto, por lo que la región pasará a ser “adulta”. 

Tan solo una década más tarde, en 2055, la región será considerada “envejecida” debido a que la proporción de personas mayores a 60 años será la de mayor peso en la población total.

“No hay duda de que este proceso de envejecimiento podría poner en jaque a los sistemas de pensiones de la región”, adviretie el BID en su informe el “Futuro del trabajo en América Latina y el Caribe 2023”.

Actualmente, en promedio, el 4.9 por ciento del PIB en la región ( que equivale al 19 por ciento del total del gasto público) se destina a pensiones, comparado con el 7. 2 por ciento promedio para los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

Sin embargo, se espera que la carga fiscal se incremente en las próximas décadas en la medida en que la población mayor crezca, lo que dejará un escaso margen para las inversiones en otras prioridades sociales, establece el BID en su informe.

Historia de las Pensiones

Los sistemas de pensiones aparecen en la segunda mitad del siglo XIX con el desarrollo de la seguridad social en Alemania y como parte de los esfuerzos del Estado para promover el bienestar de sus trabajadores. 

El modelo temprano de seguridad social alemán, también conocido como de Bismarck , fue profundizándose con el paso del tiempo, ampliando su cobertura y nivel de prestaciones. 

Además del sistema de pensiones en Alemania destaca el desarrollado en Inglaterra durante la primera mitad del siglo XX, donde ya existía la seguridad social desde principios de siglo.

Es en 1942 cuando se consolida el sistema inglés y se caracterizó por el principio de solidaridad para ciertas prestaciones, mientras que su financiamiento se generaba  a través de recursos públicos, estableciendo un concepto de universalización de la seguridad social.

El debate de reforma de los sistemas de pensiones comenzó a darse con mayor intensidad en las últimas décadas del siglo XX ante el rápido envejecimiento de la población mundial y las presiones financieras que este cambio demográfico generaría a los países.

Esta discusión y su impacto en las reformas que avanzaron hacia la privatización de los sistemas de pensiones, fue mayormente implementada en dos regiones: América Latina y el grupo de países que fueron parte de la Unión Soviética.

La experiencia chilena

En América Latina, gran parte de la discusión en torno a los sistemas de pensiones estuvo impulsada a partir de la experiencia de Chile, en donde se implementó el esquema AFORE durante la década de los ochenta bajo la dictadura de una junta militar que gobernó 17 años el país andino.

El planteamiento de la discusión era encontrar soluciones a los múltiples desafíos de los países en desarrollo, cuyas finanzas públicas se encontraban deterioradas por la crisis de la deuda externa de 1982.

En la década de los 90s, siete países de América Latina: Perú, Argentina, Colombia, Uruguay, México, Bolivia y el Salvador implementaron la capitalización individual como alternativa a los sistemas públicos de pensiones. Similar al modelo chileno.0  

El argumento para su aplicación fue que el uso de los recursos provenientes de las cotizaciones se destinaban para otros fines, además de que los sistemas públicos de pensiones en sus primeros años tenían un excedente financiero que les permitía una mayor recaudación sobre una masa salarial creciente .

Chile ahora muestra que el esquema no era viable desde un principio y enfrena en la actualidad un gran debate y protestas por parte de la población jovén y adulta que estén poniendo en entredicho la factibilidad de un retiro futuro digno.